Por Juan Ignacio Latorre*
Mientras el Presidente de la República de Chile visitaba territorio Mapuche, algunos agentes del Estado realizaban acciones demostrativas del poder de la “civilización” chilena. Es impactante ver estas imágenes que muestran la brutalidad con la que estos agentes estatales (financiados con los impuestos de todos los chilenos) actúan en territorio de nuestro aguerrido y noble pueblo originario. Es inaceptable que en pleno siglo XXI tengamos que ser testigos de este espectáculo de violencia policial absolutamente irracional e innecesario, y que los grandes medios de comunicación social invisibilizan de manera interesada.
Mientras el Presidente de la República de Chile visitaba territorio Mapuche, algunos agentes del Estado realizaban acciones demostrativas del poder de la “civilización” chilena. Es impactante ver estas imágenes que muestran la brutalidad con la que estos agentes estatales (financiados con los impuestos de todos los chilenos) actúan en territorio de nuestro aguerrido y noble pueblo originario. Es inaceptable que en pleno siglo XXI tengamos que ser testigos de este espectáculo de violencia policial absolutamente irracional e innecesario, y que los grandes medios de comunicación social invisibilizan de manera interesada.
Ese niño Mapuche de nos más de 10 años, con su rostro completamente ensangrentado, tendrá muchos motivos en 5 o 10 años más para odiar al Estado de Chile y actuar con violencia contra el wingka (en mapudungun significa usurpador e invasor de sus tierras). Con estas acciones estamos sembrando violencia focalizada en remotos lugares pero cosecharemos un gran levantamiento violento en no mucho tiempo más. La situación actual no da para más, es cada vez más intolerable para nuestros hermanos y hermanas Mapuche, y sus hijos pequeños están creciendo con un gran resentimiento absolutamente justificado.
¿Cuál es la lógica política que está detrás de estas acciones? Mi hipótesis es que pretende defender los intereses de un puñado de latifundistas y un par de grupos económicos dueños de las forestales, quienes se vieron fuertemente beneficiados con las políticas neoliberales impuestas en la dictadura cívica-militar. En todos estos años de democracia tutelada, esos mismos grupos han mantenido y acrecentado su poder e influencia por lo que las políticas indígenas de restitución de tierras de los gobiernos de la Concertación fueron muy cuidadosos de no tocar sus intereses. Así mismo, no se podía esperar una cosa muy distinta del actual gobierno de derecha.
¿Cuál es la lógica política que está detrás de estas acciones? Mi hipótesis es que pretende defender los intereses de un puñado de latifundistas y un par de grupos económicos dueños de las forestales, quienes se vieron fuertemente beneficiados con las políticas neoliberales impuestas en la dictadura cívica-militar. En todos estos años de democracia tutelada, esos mismos grupos han mantenido y acrecentado su poder e influencia por lo que las políticas indígenas de restitución de tierras de los gobiernos de la Concertación fueron muy cuidadosos de no tocar sus intereses. Así mismo, no se podía esperar una cosa muy distinta del actual gobierno de derecha.
Pienso que llegó la hora de escuchar y acoger verdaderamente, sin hipocresía, las grandes demandas del pueblo Mapuche: TERRITORIO, AUTONOMÍA Y RECONOCIMIENTO CONSTITUCIONAL. Es la gran deuda histórica del Estado de Chile, no podemos seguir acrecentando este pasivo, no es sano ni sostenible. Llegó la hora de escuchar y valorar la cultura de este pueblo ancestral, su cosmovisión, su espiritualidad, su amor y respeto a la tierra (sin tierra no hay pueblo Mapuche, estaríamos cometiendo un genocidio étnico- cultural), su sentido comunitario de la propiedad, sus potencialidades económica-productivas (agricultura ecológica, etnoturismo, artesanía, etc.), su lengua, su medicina, la humildad de su gente, sus maneras de organizarse comunitariamente, su respeto a las personas mayores, y mucho más que nos enriquece como país multicultural.
A pesar de que la Araucanía es la zona más pobre de Chile, el asunto de fondo no es solo de carencias materiales o de bajos ingresos, esto sería una expresión grave de la situación de exclusión, discriminación, debilitamiento y usurpación a la que se ha sometido al pueblo Mapuche. Toca ahora reparar. Mientras antes lo hagamos, nos evitaremos una verdadera guerra con dramáticas consecuencias durante el siglo XXI. Pero para esto, es fundamental que nuestro Estado comprenda que el pueblo Mapuche no es su enemigo interno y que no es necesario emprender acciones que siembran terror en la población, dando por superada de una vez por todas las estrategias propias de la oscura etapa de la “guerra fría”.